Coleccionista de vinos, llaveros, latas de bebidas, lapiceras y mates. En este domingo, conocemos la historia de Francisco “Chesco” Garlatti, un inmigrante que lleva más de 50 años en nuestra ciudad.
Actualmente cuenta con una gran colección de aproximadamente 258 botellas de vino con las cuales realizó una exposición en la Oficina de Informes Turísticos de Villa Regina.“La colección de vinos que tengo comenzó cuando fui integrante de la comisión de la Vendimia durante 15 años, y me fui guardando algunas botellas que quedaban de la fiesta… algunos compañeros las tomaban y yo las coleccionaba” expresó Francisco con una sonrisa recordando viejos tiempos.
Francisco dedicó más de 20 años de su vida a la docencia, repartía su día entre el trabajo en IPPV y el Instituto Nuestra Señora del Rosario (colegio Industrial) y ejercer de Maestro Mayor de Obras en la Municipalidad de nuestra ciudad.
Para conocer la historia de “Chesco” en Regina, nos tenemos que remontar al año 1970, cuando él tenía 30 años, nuestra ciudad no se parecía en lo más mínimo a lo que sabemos de ella hoy en día y donde esta tierra se presentaba como un nuevo comienzo para inmigrantes como él.
Francisco es de Friuli, italiano, su nombre en realidad es Francesco, es por eso que todos sus conocidos le dicen “Chesco”.
Cuando hablamos de los comienzos, a veces lo hacemos con la voz entrecortada, porque recordamos momentos felices y otros que no lo fueron. Como suele suceder, el primero en llegar a nuestro país fue su padre y, un año después, Francisco junto a sus hermanos y su madre. No fue el alto valle quien los recibió, sino que fue la ciudad de La Plata donde iniciaron su historia.
La Plata fue la ciudad que a Chesco le dió un hogar, estudios, trabajo, la posibilidad de conocer a su esposa Carolina y formar una familia con la llegada de Laura y Marisa, sus dos primeras hijas. Pero la vida a veces nos sorprende y da giros inesperados en la trama de nuestra historia, justamente fué Francisco quién lo vivió.
Volvamos al año 1972, la hermana de Chesco, Isabel, contrajo matrimonio con un hombre oriundo de Villa Regina y Francisco viajó hacia nuestra ciudad planeando quedarse por sólo una semana para conocer el lugar donde viviría su sorella (hermana). Al llegar, el cuñado lo invitó a dar un recorrido por la ciudad, en ese entonces, un pequeño pueblo con una gran cantidad de inmigrantes que venían en busca de un mejor porvenir, con más sueños que pertenencias en sus valijas.
“Mientras recorríamos con mi cuñado las calles de Regina, pasamos por la 9 de julio, y me dijo que el hombre que se encontraba cerca era el intendente, el Ingeniero José Iogna, y que su padre era amigo del mío, entonces fuí a saludarlo. Me preguntó a qué me dedicaba y cuando le respondí que era Maestro Mayor de Obras, me dijo que justamente estaba buscando a una persona que pueda aplicar el Código de Edificación en la ciudad, entonces me consultó si yo podría trabajar acá, obviamente le dije que vivía en La Plata, y me pidió que el próximo lunes tuviéramos una reunión para charlarlo” expresó Chesco en diálogo con LCR.
El lunes, cuando Francisco fué al Municipio para dialogar, lo recibió el secretario de Obras Públicas quien le hizo una sóla y curiosa pregunta: “¿En dónde estudiaste?” a lo que Chesco respondió que transitó sus estudios universitarios en Alberth Thomas, en La Plata, e inmediatamente el secretario de Obras Públicas le estrechó la mano para cerrar el trato, “estás contratado” le dijo.
“No sabía qué hacer. Yo vine a Regina por una semana y a los tres días volví a La Plata para hablar con mi familia sobre esto. Era un problema familiar, nosotros teníamos una casa y a nuestras dos hijas en la ciudad, no era fácil dejar todo atrás”
Finalmente toda la familia Garlatti se instaló en Villa Regina, sin saber que sería la ciudad donde, además de conocer a entrañables amistades que perduran a través de los años, donde tendrían tres hijos más (Soledad, Cecilia y Andrés) sería el hogar donde hoy, más de 50 años después, viven en familia.
El contrato entre Francisco y el Municipio reginense caducaba a los dos años pero se extendió por muchos más, dada la necesidad de la ciudad en realizar obras y al excelente trabajo que realizaba.
“Villa Regina me compró. No solamente a mí, sino también a mi familia”
Al preguntarle a Chesco sobre lo primero que llamó su atención al instalarse en Regina, entre lágrimas confesó: “la gente, la calidad humana”
Francisco comentó que uno de los principales problemas que solían tener los hombres inmigrantes que llegaban a la ciudad para vivir y trabajar, era que sus esposas no lograban adaptarse al cambio ya que la cultura y el idioma eran dos grandes barreras además del hecho de que no podían ver a sus familiares. Viéndolo con ojos actuales, podemos observar este mismo acontecimiento, donde los jóvenes se van del país en búsqueda de un mejor futuro. Aunque existe una gran diferencia, la cruda guerra que obligó a muchos inmigrantes a salir de su patria, hoy tenemos la dicha de no atravesar.
Además de su trabajo durante 12 años en el Municipio, como se mencionó anteriormente, también se desempeñó como profesor durante 20 años en el comúnmente llamado “Colegio Industrial”, en el Banco Hipotecario y su último empleo en IPPV (Instituto de Planificación y Promoción de la Vivienda).
“Ahora me dedico a las plantas y a realizar algunas artesanías que mi familia me pide” dijo con una cálida sonrisa haciendo referencia a que una de sus hijas le solicitó arreglar 45 sillas de un jardín de infantes, las cuales él reformó con dedicación.
“Yo me siento cómodo en Regina, todavía sigo sentándome los días lindos en la vereda de mi casa a tomar mates”
“El edificio más grande que vi en esa época es lo que hoy conocemos como el supermercado “Cooperativa Obrera”, además del Cine Teatro Círculo Italiano y el Club Regina. Todavía había acequias en el centro. Los barrios Villa Obrera y Muner ya existían, en Villa Antártida y Prieto habían pocas casas, en Barrio Matadero la Municipalidad recién estaba entregando terrenos. La gente construía sus casas comprando de a poquito los materiales mientras que trabajaban, no había asfalto ni cloacas.” comentó recordando los recorridos que realizaba por la ciudad para llevar a cabo su trabajo en el Municipio.
“La gente se juntaba en la plaza el sábado o el domingo a charlar y a tomar mate, era una romería de familias”
También se destacan el carnicero Álvarez de barrio Villa Obrera, panadería Mussín y la peluquería de Tossi, todos personajes históricos de la ciudad que aún hoy siguen nuestra memoria.
Con gran conmoción, Chesco recordó su infancia “fue linda, con mis tíos y mis padres, la pasamos bien. Mi padre estuvo como militar en el campo de concentración Nazi y él nunca se quejó de cuanto sufrió, yo me fuí enterando de grande el horror que vivió”.
Historias de vida reginenses duras y difíciles pero, como dijo Francisco en la charla, con final feliz.
Si querés conocer más detalles o ver la entrevista que realizamos en vivo a Francisco Garlatti, te dejamos el video: